
Cuando comento que uso la fotografía en terapia obtengo reacciones que oscilan desde el interés hasta la incredulidad. Lo cierto es que sin ser contextualizado, puede sonar a que la fotografía en sí es un tipo de terapia cuando en realidad es una herramienta terapéutica. En este sentido, se puede emplear en el marco de un proceso terapéutico más amplio o de manera aislada a modo de experiencia de autodescubrimiento.
En cualquiera de los casos, no se trata de una herramienta nueva, hace 25 años Judy Weiser ya tenía una clara idea de las técnicas que se podían derivar del uso de la fotografía en terapia. Estas técnicas se pueden dividir en 5:
- Autorretrato.
- Fotografías tomadas por otros.
- Fotografías tomadas de otros.
- Fotografía proyectiva.
- Álbum familiar.
Estas técnicas son las que normalmente se emplean durante el proceso terapéutico. Yo las uso sobre todo en procesos individuales pero también en terapia familiar.
No me canso de insistir en la importancia de los procesos terapéuticos. ¿Por qué hago hincapié en esto? Pues porque las técnicas psicológicas pueden abrir puertas y tirar de hilos, que si no tienen un soporte terapéutico adecuado pueden ocasionar más problemas que solucionarlos. Es importante tener esto muy en cuenta al plantearnos cualquier tipo de intervención para poder elegir con criterio a una persona entrenada en psicoterapia y que cumpla con el código deontológico en psicología.
Por otra parte, podemos hablar de Ellen Fisher Turk, que comenzó realizando retratos de mujeres víctimas de abuso y/o con baja autoestima para empoderarlas a través de la imagen. Esto también debería hacerse en el contexto de un proceso terapéutico más amplio pero su metodología para clientes sin problemas tan graves puede servir para intervenciones puntuales con el fin de potenciar los recursos de la persona que se pone frente al objetivo.
En este último sentido realizo lo que llamo «Photoshoot terapéutico«. Es del que he mostrado más trabajos en las redes sociales, y por el que más mensajes he recibido preguntando cómo sería.
Un photoshoot terapéutico va más allá de unas fotos bonitas, se trata de trabajar con la esencia, con los miedos, con las inseguridades… Se trata de reír, de llorar, de gritar o de estar en silencio. ¿Todo esto suena muy abstracto? Bien, quizás ayude saber que, básicamente, consiste en que la persona se vaya a casa con una sonrisa en la cara, siendo más valiente, conociéndose un poco mejor por dentro y por fuera. Concretar más se me hace imposible ya que cada persona es un caso diferente, con objetivos distintos y potencialidades únicas. Mi objetivo es realzar esas potencialidades de modo que sean innegables.
El photoshoot terapéutico es una forma de cuidado, yo lo comparo con una sesión en un buen spa, sólo que en este caso los resultados durarán toda la vida.
En el futuro hablaré en más profundidad sobre el resto de técnicas ya que resultan muy interesantes.